Uno de cada tres niños padece contaminación por plomo: el futuro de una generación en peligro
En 2020, Unicef y Pure Earth publicaron un informe en el que señalan que la problemática. Conversamos con la doctora Lilian Corra, miembro de la Sociedad Internacional de Médicos por el Medio Ambiente, sobre esta inusual y terrible estadística.
Bajo el título “La verdad tóxica: la exposición de los niños a la contaminación por plomo socava el potencial de una generación”, el informe denuncia que alrededor de 800 millones de chicos en el mundo están contaminados por esta sustancia que afecta seriamente el desarrollo y causa irreparables daños neurológicos, cognitivos y físicos. La finalidad de este estudio, el primero en su tipo, es solicitar la abolición de prácticas como el reciclaje informal de baterías de plomo y ácido.
La doctora Lilian Corra, miembro de la Sociedad Internacional de Médicos por el Medio Ambiente (ISDE) brinda su mirada sobre el tema.
-¿Existe un nivel seguro de plomo en sangre?
-Este neurotóxico no cumple ninguna función en el organismo, por lo tanto, su presencia en la sangre siempre es indicador de exposición y no refleja lo que pueda estar acumulado en los huesos (donde puede permanecer almacenado entre 20 y 30 años) u otros órganos. Hoy en día, debido a que la presencia de plomo es tan difundida, en Argentina se permite una tolerancia de hasta 5 microgramos por decilitro, aunque la indicación es de 3 microgramos. Se considera que, por cada microgramo de plomo en sangre, se pierde 0,25 de coeficiente intelectual.
-¿Cuáles son las principales causas de este tipo de contaminación?
-El plomo se utiliza en múltiples productos y procesos, y las personas pueden estar en contacto con ellos de manera directa, a través de los residuos mal manejados o del plomo que pasa al ambiente (agua, aire, polvo y alimentos).
Las principales fuentes son la minería, tanto primaria como secundaria; la chatarrería, su fundición; el reciclado o la quema de residuos a cielo abierto; las baterías; la electricidad, soldaduras o cables, entre otros; las pinturas industriales y los colorantes; los vidrios, cristales, etc.; los plásticos, las tuberías. También, hay usos como el del plomo de las naftas y los funguicidas, o muchos otros que ya están descontinuados, como los recipientes metálicos de o con plomo, la cerámica vidriada, los vidrios de colores, las pinturas decorativas, los lápices de colores, las cañerías de agua, los juguetes (en plásticos, pinturas, otros), los cosméticos, la contaminación de alimentos y agua, entre otros.
-Una de las prácticas más peligrosas denunciadas es el reciclaje de baterías. ¿Es factible realizar esta actividad de modo seguro?
-Formalmente, es seguro recuperar los materiales y metales, en especial el plomo. El problema es el reciclado informal, que está tan difundido, bajo pésimas condiciones que no solo exponen a los trabajadores informales, sino que tienen un importante impacto en el ambiente.
-¿En qué medida la población está expuesta a este elemento?
-Todos, en mayor o menor medida, estamos expuestos, pero el período de mayor vulnerabilidad es a partir de la concepción, ya que este metal afecta de manera importante el desarrollo del cerebro, dañando las funciones intelectuales (memoria, atención, interpretación de la lectura leída, entre otros y, por supuesto, el aprendizaje) y también la conducta (puede desinhibir la agresión). Los niños, por su comportamiento (como jugar en el suelo o llevarse con frecuencia las manos y los objetos a la boca) y su naturaleza inmadura, son más vulnerables. Lo mismo ocurre con otros químicos, como el mercurio y ciertos plaguicidas, que afectan de manera importante la organización del cerebro y otros órganos.
¿CÓMO PREVENIR?
-Teniendo en cuenta que uno cada tres niños está intoxicado por plomo, ¿es posible para los padres tomar medidas de prevención?
-Siempre se deben seguir ciertas recomendaciones, sobre todo cuando hay menores, jóvenes en edad reproductiva o embarazadas. Por ejemplo, en el hogar: limpiar en húmedo el polvo de las habitaciones; mantener cerradas las ventanas en lugares cercanos a zonas de tránsito intenso; lavar muy bien la vajilla, los juguetes y chupetes; si las cañerías son de plomo, dejar correr el agua por 15 a 30 segundos antes de utilizar; verificar si las pinturas viejas o nuevas tienen plomo, lo mismo que los cosméticos, como los delineadores y lápices labiales. En todos los casos, se debe intensificar el lavado frecuente de manos.
-Y a nivel gubernamental, ¿qué acciones pueden llevarse a cabo? Por ejemplo, ¿sirven los datos recolectados en los censos respecto de las viviendas para identificar los peligros?
-Si no hay un programa o plan de control a nivel nacional, es difícil coordinar de manera fragmentaria o con acciones voluntarias el nivel de plomo en sangre de la población, en especial de los menores de 5 años, que son los más afectados y a quienes hay que proteger. Sin embargo, el monitoreo debe hacerse sobre la población entera, ya que, en mayor o menor medida, todos podemos estar en riesgo y todos también tenemos derecho a un ambiente sano que nos asegure el desarrollo pleno de nuestras capacidades.
La recolección de información debe ser armonizada y comparable para poder determinar un mapa que nos indique dónde está la población que se encuentra más en riesgo y cuáles son las fuentes de contaminantes por controlar. Determinar la naturaleza del problema hará las acciones más eficientes y efectivas para proteger a las personas y asegurar su mejor productividad.
-¿Hay una disparidad importante entre los países desarrollados y los que están en vías de desarrollo en cuanto a este problema?
-Si bien todos estamos expuestos debido a que el plomo no está prohibido en muchos productos y procesos, y la recuperación informal es de práctica común, en los países desarrollados, la recolección de residuos peligrosos urbanos está organizada y hay mayor control sobre las emisiones industriales. Por otra parte, aunque hay países que han prohibido por completo el agregado del plomo en combustibles, pinturas decorativas e industriales y en productos orientados a los niños, es una sustancia utilizada desde la antigüedad en múltiples usos, y su recuperación, por tratarse de un metal valioso, se suele hacer en el circuito informal, en particular en los países de medianos y bajos ingresos.
-Ya en 2013 surgió el concepto del costo de la inacción, referida esta última a los problemas de contaminación. Este concepto se aplica al dinero que se gasta en salud pública y la baja en la productividad. ¿Se tiene en cuenta esta realidad?
-Pareciera que no, pese a los importantes daños económicos que sufren los países en desarrollo. Hay varios estudios sobre el costo de la inacción que remarcan los beneficios económicos de reducir la exposición de los niños al plomo. Por ejemplo, solo en EE. UU. se estima un costo de entre $110.000 millones y $319.000 millones anuales.
-Un estudio de febrero 2020, realizado con datos de los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de EE. UU., determinó que los niños negros tienen el doble de posibilidades de tener alto nivel de plomo en sangre que los blancos. ¿Cuáles pueden ser las causas, además de la vulnerabilidad?
-Las condiciones socioeconómicas, la calidad de las viviendas y la posibilidad de que habiten sobre o cerca de suelos contaminados hacen que algunas comunidades estén más expuestas.
SITUACIÓN EN ARGENTINA
-En nuestro país, ¿qué poblaciones son las más expuestas?
-En Argentina, tenemos varios ejemplos de comunidades que viven en lugares marginales, cercanos a quema de residuos a cielo abierto, fábricas o lugares de reciclado informal (es común ver minisitios contaminados donde se queman cables o residuos eléctricos o electrónicos para la recuperación de metales) y otras fuentes importantes de plomo al aire, el polvo y el agua. Por lo general, as comunidades más necesitadas se asientan en suelos marginales potencialmente contaminados.
En Argentina existen varios ejemplos de comunidades que viven en lugares marginales, cercanos a quemas de residuos a cielo abierto, fábricas o lugares de reciclado informal. Esas comunidades se asientan generalmente en suelos marginales potencialmente contaminados. Foto: Fernando Calzada.
¿Existe un marco legal para este tema?
-Sí, existe, es suficiente y abarcativo. El problema en Argentina es el cumplimiento del marco regulatorio y el control de las emisiones, además de la implementación de medidas y planes para mejorar la recolección de residuos urbanos e industriales y su seguro manejo o disposición final.
-Hasta no hace mucho, era poco frecuente incluir los factores ambientales en los diagnósticos médicos. ¿Considera que hoy los profesionales de la salud están formados para detectar este problema?
-Absolutamente sí. Lo que falta es un plan coordinado y de aplicación eficiente, que no tiene por qué ser privativo del Estado, ya que hay muchas organizaciones de profesionales capacitadas para participar y colaborar. Sin dudas, las acciones que mejor se sostienen en el tiempo son aquellas surgidas de espacios de diálogo multisectoriales orientados a la implementación de medidas que beneficien a todos, ya que el Estado no debería trabajar nunca solo en estas cuestiones.
-¿Por qué no figura en agenda un problema tan relevante de salud pública?
-Creo que, cuando hay un tema tan sensible, evidente y crónico que no se soluciona es porque son muchos los que están mirando al costado. Cuando está en juego la salud de los niños, el bienestar de las familias, su productividad, y cuando hay un alto impacto económico, la responsabilidad es compartida.
Fuente:infobae