Corte Suprema: a 48 horas cruciales para el pliego de Ariel Lijo, el Gobierno juega a la confusión
Ante las dudas por los votos suficientes para la sesión del viernes en el Senado, desde Casa Rosada arrojan batería de nombres para nombramientos por decreto. Planes alternativos ante la crisis política y negociación por fondos de los gobernadores.
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Si le dieran a elegir a Santiago Caputo, optaría por la dupla García Mansilla –Bianchi, en una fórmula que consideran cercana al ideario libertario más puro. Pero todo esto está rodeado de la advertencia peronista en el Senado de que no obtendría aval nadie que ingrese por decreto. Por los números, tendrían fecha de vencimiento, lo que dispara otro vector que es el jurisdiccional: ¿Cómo funcionaría una Corte cuyas mayorías se conformen con jueces que pueden ser objetados por su legitimidad de origen? ¿Se conformarían los derrotados con un resultado definido por un juez por decreto? Todo este hipotético escenario ocurriría en la semana previa al inicio de sesiones ordinarias, lo que convierte al 1 de marzo en una jornada clave como pocas.
Si el círculo cercano a Milei hunde el pie en el acelerador para salir del barro en el que quedó y redoblar su impronta de no retroceder para demostrar poder, en el mundo judicial imaginan que todo este combo podría estar adobado con un nuevo procurador general también –por decreto- y cuyo protagonista sería el viceministro de Justicia Sebastián Amerio. Todos formados para escuchar la Asamblea Legislativa. Este escenario visualiza cada derrota como una oportunidad de doblar la apuesta. Imprevisible resultado.
Antes del fatídico tweet de Javier Milei del viernes a la tarde noche con el affaire de la criptomoneda engañosa, el plan de la Casa Rosada era someter a votación el pliego de Lijo, en la confianza de que tenían los votos para su aprobación, con el flujo aportado por el peronismo. Cumplía así con el cronograma establecido en el temario de extraordinarias. Acto seguido, Javier Milei emitiría un decreto nombrando a Manuel García Mansilla en la última vacante y completaría así –en un formato “blend”- el máximo tribunal tal como fue ideado en mayo, cuando se presentaron ambas candidaturas. García Mansilla no alcanzó el despacho de comisión por lo que tratar su pliego sobre tablas el mismo día exigiría dos tercios de inicio para que admita su tratamiento, y otros dos tercios para su aprobación.
Sin embargo, el dinamismo de la crisis que empantanó al Gobierno volvió a poner en duda que puedan alcanzar, al filo de las extraordinarias, el número necesario para sacar adelante el único pliego que podría escalar al máximo tribunal. La política acuerda en una sola cosa: suspender las PASO, el resto pasa a un rol secundario.
“El dos o ninguno” que se mantuvo firme a lo largo de los meses comenzó a tener más variantes que un tetris y comenzó una danza de nombres que agregaron confusión y marcan la intención de redoblar la apuesta de Milei y el Triángulo de Hierro. En el medio, en despachos oficiales trataron de insistir en que eran los gobernadores los que pujaban por el ingreso de Lijo. En rigor, el que encabeza esa movida es el santiagueño Gerardo Zamora.
En plenas esquirlas del cripto gate, llegó una amenaza disfrazada de rumor acerca de que el oficialismo estaba dispuesto a bajar el pliego de Ariel Lijo. Pareció un mensaje teledirigido a la jueza María Servini, sorteada para intervenir en las múltiples denuncias por estafa por la promoción de $LIBRA por parte de Javier Milei. La magistrada fue una de las que prestó el aval y al fiscal del caso Eduardo Taiano se le reconoce dentro del subgrupo en Comodoro Py sobre el que Lijo tiene ascendencia. Raro.
Otro mensaje distinto que cruzó las aguas al campamento kirchnerista fue que habría una opción alternativa de no llegar con los votos al viernes: sostener el dictamen de comisión, no exponer al juez a una votación negativa (hay múltiples formas de hacer naufragar la sesión) y nominar dos candidatos por decreto alternativos. De esa forma, el único que seguiría el proceso constitucional, sin plazos perentorios, sería el juez federal –para no desairarlo- y ganar tiempo de negociación con una Corte completada con sustitutos de los sustitutos. Cerca de Cristina Kirchner fruncen el ceño con la idea de que la den por conforme con la elección de Lijo como compensación a su sector, pese a que aportaron el noveno voto para el dictamen. Insisten en ampliación o nada y desconocen que esta “negociación” unilateral los beneficie en algo.
Los senadores, por su lado, olfatean una brecha: crisis política y necesidad de un triunfo para el oficialismo son los ingredientes propicios para que los gobernadores negocien fondos frescos, mitad por la motosierra que los podó el año pasado y mitad por ser este un año electoral. Cada voto vale su peso no en promesas, sino en giros. Así está el escenario a 48 horas de un día crucial en el que no hay nada por seguro.