La celebración del Día del Estudiante y la llegada de la Primavera en el siglo XX

El 21 de septiembre y el inicio de la primavera
Cada 21 de septiembre, el Hemisferio Sur da la bienvenida a la primavera. Durante décadas, es habitual ver plazas, parques y costaneras repletas de jóvenes, amigos y parejas que se reúnen para disfrutar de música, picnics y un día al aire libre en celebración del Día del Estudiante.
Un legado que surge a mediados del siglo XX
La tradición de conmemorar esta fecha comenzó a fortalecerse en la mitad del siglo XX. En Buenos Aires y diversas provincias argentinas, se comenzaron a organizar celebraciones colectivas que incluían carrozas, espectáculos y propuestas culturales, convirtiendo esta jornada en un ritual social que perdura hasta hoy.
Según informes de la revista Billiken, el Día del Estudiante fue oficialmente instaurado en Argentina en 1902, inspirado por la figura de Domingo Faustino Sarmiento, cuyo cuerpo fue trasladado al país el 21 de septiembre de 1888. El estudiante Salvador Lorenzo Debenedetti, quien se desempeñaba como presidente del centro de estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras, propuso este día para rendir homenaje al prócer a través de un evento dedicado a los estudiantes, conocido como el “Padre del Aula”.
Reconocimiento a nivel internacional
A lo largo del tiempo, esta propuesta ganó aceptación y apoyo institucional, especialmente tras eventos como el Primer Congreso Internacional de Estudiantes Americanos, llevado a cabo en Montevideo entre el 26 de enero y el 2 de febrero de 1908, donde se decidió ratificar el 21 de septiembre como el Día del Estudiante en varias naciones sudamericanas.
La tradición se robusteció después de 1910, cuando el festejo adquirió un carácter masivo en Argentina y países vecinos. Con el crecimiento de la popularidad de la primavera, simbolizando juventud y renovación, las celebraciones en Buenos Aires comenzaron a relacionar esta estación con las aspiraciones de los estudiantes.
Cambio en las celebraciones
El equinoccio de primavera transcurre entre el 21 y el 23 de septiembre en el hemisferio sur, marcando oficialmente el inicio de la estación. Desde hace más de 75 años, esta fecha convoca a grandes multitudes. De acuerdo a datos históricos de Billiken, en tiempos pasados, las plazas de Buenos Aires albergaban a miles de jóvenes que compartían picnics, juegos y paseos en carrozas decoradas con flores. Los espacios verdes y avenidas principales de la ciudad eran el escenario de desfiles y espectáculos al aire libre.
Con el paso del tiempo, la concurrencia a estas celebraciones ha cambiado. Mientras que antaño las multitudes eran abundantes, en la actualidad la afluencia es más moderada, aunque la esencia del evento se preserva. A pesar de que las formas de celebración han evolucionado, la fecha sigue siendo emblemática en el calendario estudiantil y social.
Reflejos de cambios culturales
Las manifestaciones que envuelven el Día de la Primavera y el Día del Estudiante son un reflejo de las transformaciones culturales y urbanas en la ciudad. A lo largo del siglo XX, las actividades en espacios públicos incluían intervenciones artísticas, actuaciones musicales y concursos. Actualmente, aunque la convocatoria en los espacios verdes ha disminuido, esta jornada se utiliza para reuniones más pequeñas o celebraciones familiares, manteniendo su función de encuentro y recreación.
Así, tanto el Día de la Primavera como el Día del Estudiante se erigen como una doble celebración que trasciende generaciones y se adapta a las prácticas contemporáneas. El 21 de septiembre permanece como una fecha significativa en la vida social de Buenos Aires y otras ciudades del país. Los orígenes de esta celebración, vinculados a Sarmiento y las resoluciones tomadas en congresos estudiantiles internacionales, se entrelazan con el ciclo natural de las estaciones y la construcción de tradiciones colectivas.
La importancia de esta fecha no radica solo en el número de participantes, sino también en la capacidad de la sociedad para transformar una tradición en un elemento permanente del calendario argentino. Cada año, el 21 de septiembre se convierte en una oportunidad para el encuentro, la expresión y la pertenencia de miles de individuos. El vínculo entre las celebraciones estudiantiles y el inicio de la primavera se sostiene gracias a la memoria y el entusiasmo de quienes eligen mantener viva esta costumbre.