Caos financiero: la falta de credibilidad en el ajuste fiscal

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Contexto del ajuste fiscal

El economista Milton Friedman fue pionero en argumentar que al analizar la eficacia de la política económica, es fundamental considerar las expectativas a futuro. Por ejemplo, si las personas anticipan inflación, incorporan esas expectativas en sus demandas salariales. Así, una política inflacionaria podría reducir el desempleo en el corto plazo debido a una disminución del salario real, pero no en el largo plazo, ya que los salarios eventualmente no pueden ajustarse a la inflación.

A Friedman le siguieron teóricos de las expectativas racionales, como Robert Lucas y Thomas Sargent, quienes reafirmaron la idea de que los agentes económicos actúan en el presente teniendo en cuenta lo que prevén para el futuro. Por lo tanto, un incremento en el gasto público podría no resultar expansivo para la economía, ya que los agentes privados, temiendo un aumento de impuestos futuro para financiar ese gasto, optan por ahorrar, contrarrestando así el efecto del nuevo gasto gubernamental.

Políticas de estabilización

Al aplicar esta teoría a las “políticas de estabilización”, es decir, las decisiones de un gobierno enfocadas en disminuir la inflación y la incertidumbre relacionada con el servicio de la deuda pública, se plantea una cuestión crucial: cuando un gobierno anuncia un plan de ajuste, ¿cómo responden los agentes económicos que consideran sus expectativas futuras en decisiones de consumo, ahorro e inversión? La respuesta depende de la credibilidad del ajuste fiscal.

Si los agentes creen que el ajuste fiscal anunciado es genuino y perdurará, es probable que se reduzca la incertidumbre sobre el servicio de la deuda, y a su vez, disminuyan las expectativas de inflación. Esto puede resultar en un aumento del gasto y la inversión privados que contrarreste la reducción del déficit público, llevando a la estabilización de la economía sin provocar una profunda recesión.

En este contexto, el riesgo país disminuiría, la inflación podría amainar y, si la economía recupera su crecimiento, también lo haría la ratio de deuda respecto al PIB.

Desconfianza y recesión

Sin embargo, si el ajuste fiscal es percibido como poco creíble, es decir, como un esfuerzo temporal y no como un cambio duradero, no habrá razones para anticipar una disminución de la inflación. Esto se convierte en un problema, ya que los trabajadores demandarán aumentos salariales conforme a las expectativas de inflación que se mantienen altas, pero esos aumentos no podrán ser validados debido a la estrategia del gobierno de reducir el déficit y la emisión monetaria. En este caso, donde no hay ajustes por precios, se produce un ajuste por cantidades, resultando en una recesión.

El mismo principio aplica a los mercados de deuda. Si un inversionista duda de la capacidad del gobierno X para cumplir con los pagos de intereses y capital debido a un ajuste fiscal cuestionable, la incertidumbre no se disipa. Luego el costo del crédito para la economía no disminuirá, lo que también desencadenará recesión.

El ajuste de Milei en la mira

En el contexto de Argentina, parece que el ajuste fiscal implementado y prometido por el gobierno de Javier Milei está pasando de ser considerado creíble a ser visto como poco confiable. Inicialmente, con un apoyo gubernamental en alza y buenos indicadores de confianza, el ajuste fiscal contaba con un respaldo positivo de la población. Los ciudadanos apreciaban los esfuerzos por reducir el gasto con “la motosierra”, lo que simultáneamente resultaba en una disminución de la inflación, una menor percepción del riesgo país y un repunte en la actividad económica.

No obstante, al acercarse 2025, los actores económicos empezaron a cuestionar la sostenibilidad de esta política fiscal, considerando las inminentes elecciones de medio término. Además, las inconsistencias en la política monetaria y cambiaria, como la transferencia de pasivos no remunerados del BCRA al tesoro, la creación del concepto de “Base Monetaria Amplia” o la solicitud de USD 20 mil millones al FMI para salir del cepo sin devaluar, contribuyen a la desconfianza.

Los próximos comicios se convierten así en un test crucial para el ajuste fiscal del gobierno y su eficacia como solución a la inestabilidad económica. Las dudas expresadas por el mercado, que podía desconfiar de las encuestas que aún colocaban al gobierno en una posición favorable, se intensificaron después de los resultados de las elecciones provinciales de Buenos Aires, donde el gobierno sufrió una derrota más contundente de lo previsto. Esto llevó a un aumento del riesgo país de casi 30%, en un momento donde en la región estaba disminuyendo.

La entrevista de Kicillof en horario estelar también ayudó a consolidar su posición como líder de la oposición. Lo que se deduce de esto es que aunque el mercado pueda no estar de acuerdo totalmente con algunos aspectos de la política económica de Milei, su mayor temor radica en un posible regreso a políticas extremas vinculadas al peronismo. Si ese es el caso, el ajuste fiscal sería considerado transitorio y, por ende, poco creíble, lo que perpetuará la incertidumbre y la expectativa de inflación, encaminando a la economía hacia una recesión. Aunque, si el gobierno logra una buena elección en octubre y construye consensos necesarios, el panorama podría cambiar favorablemente.

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