El complicado trasfondo de Reto al destino y la rivalidad entre Richard Gere y Debra Winger

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Amor y desavenencias en la pantalla

Cuando la película Reto al destino se estrenó en 1982, el público se mostró cautivado por la relación romántica entre Zack Mayo (interpretado por Richard Gere) y Paula Pokrifki (a cargo de Debra Winger). Sin embargo, detrás de esa apasionante química entre ambos, se ocultaba un conflicto que hizo que Gere y Winger no pudieran soportarse fuera del set de filmación.

Un conflicto en el set

El filme, que catapultó a ambos actores a la fama, se convirtió en el escenario de una de las disputas más notorias en la historia de Hollywood. Winger, quien había alcanzado el estrellato gracias a su papel en Urban Cowboy, era conocida por su talento pero también por ser una actriz complicada. Por otro lado, Gere, proveniente del éxito de American Gigolo, tampoco era considerado fácil de tratar en el set.

Una actriz complicada

Debra Winger había establecido una imagen en la industria como una actriz intensa y perfeccionista, dispuesta a confrontar enérgicamente a directores y compañeros si las cosas no iban como ella consideraba correcto. Este enfoque directo, que se le habría aplaudido a un actor masculino, era visto en ella como la marca de una actriz “difícil”. La propia Winger expresó en una entrevista su frustración con esta clasificación, cuestionando si hubiera recibido el mismo trato un hombre por su actitud.

Desavenencias y tensiones

La filmación de Reto al destino se realizó a finales de 1981 en un antiguo fuerte militar en Port Townsend, Washington. Desde el inicio, fue evidente que entre Gere y Winger no habría camaradería fuera de cámaras. Louis Gossett Jr., quien interpretó al sargento Emil Foley, describió en su autobiografía, An Actor and a Gentleman, un ambiente tensado: “El resto del elenco se divertía, pero Richard y Debra se mantenían distantes”, recordando cómo su química en pantalla contrastaba con la realidad en el set.

Frustraciones en el rodaje

Winger no ocultó su malestar respecto a la situación, siendo especialmente crítico con Gere al referirse a él como “un muro de ladrillos” y también expresando descontento hacia el director Taylor Hackford, a quien describió peyorativamente. Más allá de su relación en lo personal, su experiencia en el rodaje fue complicada por lo que ella denominó la presencia de “hombres malos al mando”. Según su relato, el ambiente laboral fue bastante tóxico.

Reflexiones sobre la producción

La actriz compartió detalles sobre la humillación sufrida en el set, narrando que en una ocasión le dieron pastillas para retener líquidos, sugiriéndole que se veía “hinchada”. Winger reconoció que su juventud le hizo rechazar el consejo, considerando que alguien más podría haber cedido ante esa presión. Ella también reflexionó sobre sus inseguridades, admitiendo que a menudo se desquitaba con sus compañeros.

Una reconciliación con el tiempo

A pesar de los intensos conflictos durante la producción, el tiempo logró sanar las heridas entre ambos actores. En entrevistas posteriores, tanto Gere como Winger han logrado abordar sus diferencias con un toque de humor. Winger relató que en encuentros sociales, Gere suele preguntarle con una sonrisa: “¿Todavía dices cosas terribles de mí?”.

El hito más destacado de su reconciliación ocurrió en 2011, durante el Festival Internacional de Cine de Roma, cuando Winger le otorgó a Gere un Premio a la Trayectoria, agradeciéndole por su apoyo a lo largo de los años y llamándolo “una gran persona”. Gere también ha hablado positivamente de Winger, resaltando su autenticidad como actriz y reconociendo su propio papel en las tensiones del pasado.

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