La democracia argentina en crisis: desafíos y perspectivas bajo el gobierno de Javier Milei

Un momento crítico para la democracia argentina
La democracia en Argentina se encuentra en una encrucijada desafiante. Como se ha discutido previamente, el mandato de Javier Milei amalgama un enfoque económico dogmático, una dependencia financiera significativa, un discurso radicalizado y formas de represión política. En vez de reforzar las bases institucionales, estos factores han debilitado el pacto democrático instaurado desde 1983. Surge, inexorablemente, la pregunta: ¿cómo puede un sistema democrático hallar la salida de un laberinto que amenaza su propia existencia?
Mecanismos constitucionales para enfrentar crisis
La Constitución Nacional provee un marco institucional crucial para abordar tales crisis. A diferencia de métodos autoritarios que tienden a imponer soluciones a la fuerza, el marco constitucional establece procedimientos para resolver conflictos relacionados con la legitimidad y la gobernanza mantener el rumbo democrático. Sin embargo, el verdadero reto es activar estos procedimientos sin fomentar mayor polarización ni amenazar la estabilidad social.
La legitimidad democrática como proceso
Según Pierre Rosanvallon (2017), la legitimidad democrática no se limita a la autorización electoral. Se define como un proceso continuo que exige legitimidad en el ejercicio, reconocimiento de los ciudadanos y capacidad de representación. Si alguno de estos componentes falla, la legitimidad inicial obtenida en las urnas se ve comprometida.
En el caso de Milei, la legitimidad inicial fue notable: un 55% en el balotaje de 2023. No obstante, la legitimidad en el ejercicio comenzó a desmoronarse rápidamente debido a las repercusiones sociales de sus políticas de ajuste, la represión de protestas y la escasez de consensos institucionales. Por tanto, el desafío no es cuestionar el resultado electoral, sino reconocer que el pacto democrático exige más que un simple voto; necesita sostenerse a lo largo del tiempo mediante prácticas inclusivas, igualitarias y deliberativas.
Mecanismos constitucionales disponibles
La Constitución argentina incluye distintos mecanismos para gestionar crisis de gobernabilidad:
- Juicio político: regulado por los artículos 53 a 60, permite destituir al presidente en caso de mal desempeño o delitos durante el ejercicio de sus funciones. Este proceso garantiza la institucionalidad canalizando la crisis a través del Congreso.
- Renuncia presidencial: es siempre una posibilidad en un sistema democrático, aunque depende de la voluntad del mandatario y puede conllevar efectos desestabilizadores a corto plazo.
- Elecciones anticipadas: si bien no están explícitamente previstas, pueden ser convocadas mediante acuerdos políticos y reformas parciales, como se ha visto en otras democracias parlamentarias.
- Sucesión constitucional: ante cualquier vacante, la Ley de Acefalía establece el orden de reemplazo, asegurando la continuidad institucional.
Estos mecanismos representan más que simples formalismos; son garantías diseñadas para que la democracia gestione sus crisis sin recurrir a la violencia ni a la ruptura del orden constitucional.
Lecciones de la historia argentina
La historia de Argentina proporciona ejemplos de soluciones institucionales frente a crisis políticas y económicas. En 1989, la renuncia anticipada de Raúl Alfonsín y la llegada de Carlos Menem, aunque caótica, evitaron una ruptura militar. En 2001, la sucesión que llevó a Eduardo Duhalde al poder tras la renuncia de Fernando de la Rúa ayudó a encauzar la crisis más severa de la posdictadura.
Estos antecedentes demuestran que, a pesar de su fragilidad, la democracia argentina ha hallado formas institucionales para sobrevivir la inestabilidad. Sin embargo, también revelan que estas transiciones pueden acarrear altos costos sociales y su éxito depende de la capacidad de las élites políticas para alcanzar consensos básicos.
El peligro de soluciones autoritarias
Ante la crisis actual, algunos sectores sugieren soluciones autoritarias o de facto, que pueden ir desde intervenciones militares encubiertas hasta gobiernos tecnocráticos respaldados por organismos internacionales. No obstante, estas alternativas son incompatibles con la historia democrática de Argentina y el compromiso social del «Nunca Más».
Como señala Grimson (2023), la extrema derecha contemporánea busca legitimar soluciones autoritarias bajo la narrativa de orden y eficiencia. El riesgo radica en que, en un clima de malestar social y deslegitimación política, la ciudadanía pueda aceptar pasivamente una erosión de sus derechos. La defensa de la democracia requiere rechazar tales alternativas y apostar por las soluciones que propone la Constitución.
El papel vital de la sociedad civil
La capacidad para lograr una solución institucional no depende exclusivamente de las élites políticas. La sociedad civil en Argentina, históricamente activa y comprometida, desempeña un papel crucial. Movimientos sociales, sindicatos, universidades y organismos de derechos humanos tienen la capacidad de ejercer presión para canalizar la crisis en el marco democrático.
La movilización no es solo un acto de resistencia; es también una forma de recordar a las élites que la ciudadanía no tolerará rupturas institucionales. Como afirma Rosanvallon (2017), la democracia narrativa necesita incluir la voz de los ciudadanos en la definición de las decisiones políticas.
El horizonte democrático
Plantear una salida institucional no implica festejar el fracaso de un gobierno elegido, sino defender la continuidad de la democracia. No se busca derrocar a un presidente, sino asegurar que el país no quede atrapado en un laberinto sin salida que erosione de manera irreversible sus instituciones.
Este horizonte democrático exige tres tareas fundamentales:
- Restaurar la confianza: reconstruir los lazos de legitimidad entre representantes y representados.
- Ampliar la pluralidad: asegurar que la política refleje la diversidad social y no un proyecto exclusivo.
- Fortalecer la Constitución: implementar los mecanismos establecidos para resolver crisis sin recurrir a la violencia.
Reflexiones finales
El gobierno de Javier Milei enfrenta una paradoja: intenta gobernar mediante el dogmatismo, la dependencia externa y la coerción en un país que demanda independencia, consensos y pluralidad. El resultado es un laberinto sociotécnico donde la represión y la dependencia financiera agudizan la crisis, en vez de ofrecerle una solución.