La decisión de un padre sobre el nombre de su hijo: un caso singular de orgullo y reflexión

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Una elección de nombre significativa

Eduardo Moyano, un padre de 47 años, reflexiona sobre la decisión que tomó junto a su pareja, Valeria, de nombrar a su hijo como Pruno. «Condené a mi hijo de por vida a explicar cómo se escribe su nombre», asegura entre risas, compartiendo un mea culpa que denota tanto orgullo como remordimiento.

La elección del nombre no fue solo una decisión estética, sino que representa una historia de amor improbable que se desarrolló en la era digital. Eduardo y Valeria se conocieron a través de un algoritmo de Facebook en 2018, sin amigos en común ni explicaciones claras. Ambos, provenientes de diferentes puntos de la zona sur de Buenos Aires, iniciaron una conversación a partir de una broma sobre su perro salchicha, que pronto se convirtió en una conexión profunda.

El reencuentro en tiempos difíciles

Después de su primera cita, la pareja se separó durante la pandemia de 2020, cuando perdieron el contacto. Sin embargo, a fines de 2021, las redes sociales volvieron a unirlos y esta vez el vínculo fue inquebrantable. Valeria decidió mudarse a Lanús, y rápidamente comenzaron a planificar su futuro juntos. En 2022, recibieron la inesperada noticia de que Valeria estaba embarazada, un evento que llenó de felicidad a Eduardo, a pesar de que su pareja tenía dudas sobre comenzar de nuevo con un bebé.

El embarazo estuvo acompañado de complicaciones, incluyendo un hematoma que obligó a Valeria a un reposo absoluto, pero afortunadamente, el problemas se resolvió. Pruno llegó al mundo el 3 de enero de 2023, en un momento de gran celebración nacional, tras la victoria de Argentina en la Copa del Mundo en Qatar.

Un nombre con historia

Antes de conocer el sexo del bebé, la pareja ya había decidido el nombre de una niña: Alice, en honor a la banda Alice in Chains. Sin embargo, tras la ecografía, decidieron optar por Pruno, inspirado en el tema de los Stone Temple Pilots, lo cual emocionó a Valeria. La familia y amigos se mostraron desconcertados y preguntaron si no confundirían a Pruno con Bruno, aunque la pareja no le dio mayor importancia.

En el Registro Civil no sorprendió mucho la elección. Según Eduardo, la funcionaria no mostró ningún signo de asombro, quizás debido a que estaba acostumbrada a lidiar con nombres inusuales. Pruno en latín se relaciona con el árbol del ciruelo, y también existe un pueblo en Italia que comparte su nombre, famoso por su forma de observar el solsticio de invierno.

Desafío médico y valentía

La felicidad que rodeó el nacimiento de Pruno se vio abruptamente interrumpida por un diagnóstico aterrador: el bebé sufrió una cardiopatía congénita que requería cirugía a corazón abierto a los cuatro meses de vida. «La alegría se transformó en miedo» relata Eduardo, rememorando la angustia de esperar noticias durante seis largas horas mientras el pequeño estaba en el quirófano.

Afortunadamente, la operación fue un éxito y Pruno se recuperó sin complicaciones. A día de hoy, la cicatriz en su pecho es un recordatorio de la batalla que enfrentó desde tan pequeño. «Pruno es un niño lleno de vida y energía», dice Eduardo, visiblemente aliviado.

Un futuro brillante

Pruno está a punto de cumplir dos años y medio. Aunque todavía no habla con fluidez, es un niño radiante que disfruta de la compañía de sus padres y de sus dos hermanastros. Cuando le preguntan por su nombre, a menudo cambia de tema, pero la historia de su vida, llena de amor y desafíos, seguramente le permitirá entender que su nombre, Pruno, es un emblema de su fortaleza.

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