La historia detrás de una de las imágenes más controversiales: un niño desnutrido, un buitre y el suicidio de un fotógrafo

Desmontando un mito
Es importante aclarar un gran mito: Kevin Carter no se quitó la vida debido a la carga moral que le generó la famosa fotografía que lo catapultó a la fama y que le valió un Premio Pulitzer. Esta icónica imagen muestra a un niño sudanés desnutrido junto a un buitre acechante. El 27 de julio de 1994, poco después de recibir el máximo galardón en su carrera, el fotógrafo sudafricano, que hoy habría cumplido 65 años, regresó a Johannesburgo, su ciudad natal. Allí visitó un río donde había pasado gran parte de su infancia, se bañó y se sentó en su auto fumando un cigarrillo. Luego, conectó una manguera al escape del vehículo, la introdujo en el interior y, tras poner música, encendió el motor. Su cuerpo fue hallado varias horas después, acompañado de una carta sin destinatario, sugiriendo que se dirigía a su padre, su hija y amigos, en la que expresaba: “Deprimido… sin dinero para el alquiler… para mantener a la niña… ¡¡¡dinero!!! . . . Me persiguen los vívidos recuerdos de matanzas… Me voy a reunirme con Ken, si tengo suerte”.
El impacto de la imagen
La célebre fotografía fue tomada el 26 de marzo de 1993 y publicada en The New York Times. En un artículo sobre la crisis humanitaria en Sudán, donde una devastadora guerra civil y hambruna estaban en curso, la editora de fotografía del medio buscaba una imagen que plasma la situación. Tras ver la fotografía de Carter, solicitó que esta ocupase un espacio mayor en la página debido a su potencia visual. La imagen muestra a una niña desnutrida con el buitre acechante a su lado, en un momento que representa el desdén absoluto por la vida.
El epígrafe decía: “Una niña débil por el hambre colapsa camino a un centro de alimentación”. Las reacciones no se hicieron esperar y una semana después, el periódico tuvo que publicar una nota explicativa ante la preocupación de los lectores sobre el destino de la niña, alertando que, aunque ella se había recuperado, no se sabía si alcanzó el centro.
Reacciones y controversias
- La fotografía causó revuelo y cuestionamientos éticos.
- Se reconoció la capacidad de la imagen para describir una realidad atroz.
- Todos miraron hacia el fotógrafo: Kevin Carter.
Carter pertenecía al famoso Bang Bang Club, un grupo de fotógrafos que documentaban los conflictos raciales en Sudáfrica con imágenes que reflejan la brutalidad. Junto a Greg Marinovich, Ken Oosterbroek y Joao Silva, los integrantes del colectivo trabajaron en condiciones de peligro constante debido a la violencia y la discriminación que sufrían los reporteros de color.
Un viaje a Sudán
En 1993, Joao Silva invitó a Carter a cubrir una misión humanitaria en Sudán, específicamente en lo que se denominó El Triángulo del Hambre, donde la situación era desesperante. Carter gastó sus ahorros para viajar, ansioso por alejarse de Sudáfrica y sus propios problemas personales. Aunque el viaje se complicó debido a un incremento en los conflictos en el país, pronto se encontraron en Ayod, donde la hambruna era devastadora.
El 40% de los niños menores de cinco años sufrían de desnutrición y la mortalidad era alarmante. Mientras Carter tomaba fotos de este panorama desgarrador, se encontró con la figura de una niña extenuada en el suelo, justo cuando un buitre se posaba en su cercanía. Después de capturar el momento, él intentó asustar al ave, observando con tristeza cómo la niña se alejaba lentamente.
Repercusiones de la imagen
La fotografía fue difundida a nivel mundial y rápidamente se volvió un símbolo de la crisis en Sudán, lo que le valió a Carter el Premio Pulitzer en 1994, un breve destello de éxito en medio de su creciente depresión y problemas personales. En su carta de suicidio, Carter mencionaba a Ken, su amigo que había sido asesinado poco después, reflejando el dolor y la pérdida que lo rodeaba.
La publicación de la icónica imagen también generó debates sobre la ética del fotoperiodismo. Como Susan Sontag argumentó, el fotógrafo se encuentra detrás de la cámara mientras las personas sufren, sugiriendo que solo aquellos que enfrentan la realidad tienen autoridad para capturarla. Sin embargo, la foto contribuyó a visibilizar la crisis en Sudán, ayudando a recaudar fondos y generar conciencia sobre la hambruna.
Legado y revelaciones posteriores
Años más tarde, investigaciones lograron identificar al niño en la fotografía, Kong Nyong, quien fue parte de un programa de ayuda de las Naciones Unidas. A pesar de la controversia y acusaciones que rodeaban a Carter, se reveló que había conflictos mucho más profundos en su vida que la carga de una sola imagen.
El legado de Kevin Carter sigue vivo, recordado por su imagen que sacudió al mundo y por las tragedias que continuaron afectando a su círculo cercano, incluyendo la muerte de sus compañeros en el Bang Bang Club.