Se recalienta la discusión electoral en el Frente de Todos pero la falta de candidatos firmes tensiona la convivencia interna
“Necesitamos tener una estrategia y para eso hace falta una resolución. ¿Vas a jugar o no vas a jugar? Un día te dice que piensa en la reelección y otro lo deja flotando. Le piden que ordene y no lo hace. Es una decisión política que la tiene que tomar en una mesas chica. De esa forma se empieza a ordenar todo”.
La expresión pertenece a un importante intendente del conurbano bonaerense, que gestiona en uno de los municipios que juntan montañas de votos en las elecciones. El destinario es el presidente, Alberto Fernández. Su línea de pensamiento es similar a la que sobrevive en otros sectores del peronismo, donde existe la necesidad que haya definiciones más claras que provengan de la cúpula oficialista.
La decisión de Fernández de estirar la definición sobre su reelección genera malestar adentro del Frente de Todos. El kirchnerismo espera que se baje más temprano que tarde. En La Cámpora algunos dirigentes ven como un hecho surrealista la posibilidad que se presente a una reelección, mientras que en el peronismo del interior anhelan una decisión que les permita ordenar el territorio.
Hay algunas cuentas claras en el oficialismo. Todos saben que si, finalmente, Cristina Kirchner decide ser candidata, el peronismo se alineará fácilmente detrás de ella. Puede haber alguna fisura, pero al día de hoy parece impredecible. El mismo alineamiento sucedería si el candidato a presidente es Sergio Massa, aunque el ministro de Economía jure en todos las reuniones que no va a competir este año. Ambos dirigentes serían competitivos en la elección general.
Esas cuentas no tienen el mismo resultado si el candidato es Alberto Fernández. ¿El motivo? La gran mayoría del peronismo lo ve fuera de juego, sin posibilidades de competir, mano a mano, contra los principales precandidatos de la oposición como son Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y Javier Milei.
Solo su círculo más chico defiende en público sus proyectos de reelección. El claro ejemplo de esa foto son las últimas declaraciones del canciller, Santiago Cafiero, dirigente de máxima confianza del Presidente. “Creo que es el mejor candidato del peronismo. Es el que que puso a la Argentina de pie después del 2019, donde el macrismo nos dejó de rodillas”, expresó durante el fin de semana.
Otro gesto similar tuvo el dirigente social Luis D’Elía, que se acercó a Fernández durante el año pasado en el momento más tenso de la interna del Frente de Todos. “Le ha tocado gobernar en tres años lo peor de la historia de la Argentina en más de 200 años. A ningún presidente le tocó vivir semejante tragedia: pandemia financiera, pandemia sanitaria, situación mundial de guerra. Es un héroe nacional”, sostuvo.
En el kirchnerismo duro algunos nombres propios aseguran – y esperan – que Fernández se baje de su reelección en el corto plazo. Advierten que es inviable su postulación por lo que marcan las encuestas, donde tiene una intención de voto muy baja, y porque no es una prenda de unidad, ya que gran parte de la alianza política no cree que sea viable su pelea por reelegir.
Lejos de dar alguna señal de un posible corrimiento, Fernández se mantiene inquebrantable en su posición de liderar la gestión y de mostrar resultados como eje de su campaña encubierta. En paralelo, los ministros más cercanos, como el caso de Aníbal Fernández, defienden en público las posibilidades de una nueva candidatura y lanzan dardos venenosos contra el campamento K.
Mientras tanto, el ala kirchnerista de la coalición intenta alinear a la dirigencia peronista detrás del operativo clamor. ¿Para qué sirve ese movimiento de voluntades que reclaman por la candidatura de CFK? Según explicó un influyente dirigente camporista, “el objetivo es ordenar el espacio y para eso, que haya un polo de poder claro como el de Cristina, sirve para generar un alineamiento”.
La Vicepresidenta no ha dado una sola señal consistente sobre la posibilidad de rever su decisión de no ser candidata. Su reaparición pública será este miércoles, en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso, donde volverá a verse con Alberto Fernández, con quien no tiene contacto. Una fórmula presidencial que está acabada y que representa, en esa relación quebrada, la fractura del Gobierno.
Nombres propios que piden pista
Sin una decisión firme de Alberto Fernández, con Sergio Massa negando la posibilidad de ser candidato y con Cristina Kirchner reteniendo en su puño la posibilidad de dar vuelta el tablero electoral con una sola determinación, algunos dirigentes del espacio empezaron a desandar el camino hacia una candidatura firme.
El que lo ha hecho con mayor determinación y claridad es Daniel Scioli, que rompió el molde de la especulación y el doble discurso, y aseguró que quiere ser candidato a presidente. Recorrerá las provincias y levantará el perfil para mostrar con claridad sus pretensiones proselitistas. “Pichichi” salió a la cancha.
“Las derrotas son un aprendizaje”, dijo en las últimas horas. El 2015 quedó lejos y ahora es momento de volver a intentar. Podría convertirse en una opción que Alberto Fernández respalde en el caso de no competir. Hay sintonía fina en el vínculo y no se desconfían. Scioli tuvo la luz verde del Presidente para moverse mientras espera su decisión final.
“Las chances de Daniel se generan porque nadie quiere agarrar. No tiene problemas en ir a una interna ni ser el candidato del espacio, aunque el Gobierno venga golpeado”, reflexionó un funcionario nacional. Aún más explícito fue un Jefe comunal del conurbano: “Tiene futuro. No está metido en la roña que hay en el Frente de Todos”.
También en papel de candidato se mueve el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, que el fin de semana, durante un plenario de La Cámpora, pidió que el Gobierno “ponga lo que hay que poner” para esclarecer el atentado contra Cristina Kirchner, en un mensaje que tuvo como destinatario al ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, en guerra con la agrupación que lidera Máximo Kirchner.
De Pedro tuvo actividades en La Matanza y en San Fernando, donde se mostró con los intendentes Fernando Espinoza y Juan Andreotti. En el municipio más poblado de la provincia de Buenos Aires apuntó contra Juntos por el Cambio y el macrismo. “Wado” expresa la línea argumental del kirchnerismo. Críticas a la gestión anterior, posición dura en la interna contra la Casa Rosada y sostén de la idea de proscripción a CFK que se convirtió en una nueva bandera política K.
Al tablero electoral también se sumó el dirigente social Juan Grabois, que aseguró que será candidato a presidente, luego de pedir que el año que viene “no haya otro tibio, mediocre y cobarde”, en una clara alusión al Jefe de Estado, con el que está enemistado y a quien le apunta con asiduidad
El último en levantar la mano fue el gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, que aparece como una de las pocas opciones que tienen los mandatarios provinciales para poner en la cancha electoral. “Para ser presidente no hay que pedir permiso, hay que pedirle permiso al pueblo, que se manifiesta a través de su voluntad”, dijo, y así dejó abierta la puerta de una candidatura a la presidencia.
Fuente: Infobae